El término español “Svástica”, proviene del sanscrito “Swatika” que significa “muy auspicioso” (literalmente toma vedita).
Según algunos autores el símbolo no fue creado en esta era, sino en el siglo V A.C. (aproximadamente) o muy anterior a éste, ya que al tratarse de un monograma generado por la conjunción de las letras SV ASTI en caracteres AHOKA (anterior a la escritura Deragari), son los que desde hace varios siglos se utilizan en la escritura del sánscrito.
Los vishnuitas dicen que la Svástica está enteramente dibujada en una de las cuatros manos de Dios.
Otra posibilidad de su significado es que cada cabeza o brazo pueda representar uno de los cuatro elementos, uniéndolos así en su plenitud.
Éste símbolo ha sido usado en la iconografía, arte y diseño, producidos a lo largo de toda la historia de la humanidad y ha representado conceptos muy diversos, como suerte, el Brahman, el concepto hindú de Samsara (la rueda de encarnaciones) o a Surya (Dios del Sol).
En los orígenes el símbolo fue usado principalmente por los hindúes ya que se menciona por primera vez en los Vedas (escrituras sagradas del hinduismo), pero su uso se ha trasladado a otras religiones de la India como el Budismo. En el hinduismo los dos símbolos representan las dos formas de Brahman (la forma impersonal de Dios).
En el sentido de las agujas del reloj representa la evolución del universo (Pavritti), representado por el Dios creador Brahman, mientras que en sentido anti horario representa la involución del universo (Nivritti) representado por el Dios destructor Shiva.
La Svástica se tiene por símbolo sagrada y de buen auspicia entre los hindúes, de ahí que se utilice en Yantras (figuras geométricas construidas mentalmente, utilizadas en forma de ejercicios mentales, para catapultar al practicante hacia la Sadhala (conciencia pura), en motivos religiosos, en los muros de los templos, en las notas que acompañan los regalos personales y los encabezamientos en las cartas).
El Dios Ganesha está asociado con la Svástica (hijo de Pavahi, que en una de sus personalidades (Druga) significa amor material y Shiva (Dios destructor en la Trimurti (3 formas) junto a Brahma (Dios creador) y Vishnu (Dios preservador). Dios de la sabiduría, de los caminos y de los Sutras. También pareciera remontarse en la antigüedad a una forma de saludo, bueno augurio y deseo de felicidad que podría traducirse como “Ello es bueno”.
Siendo tradicional en los místicos hindúes al regresar a un templo, a la vivienda o al cruzarse en su actividad cotidiana, el saludarse con “Svasti” que en nuestra lengua sería “Que tengas el bien de la salud”.
En Occidente el símbolo adopta una condición religiosa mágica. El sabio hinduista occidental Burnouf sostiene que la Svástica representa los fenómenos del Fuego Celeste, el Relámpago y el Fuego.
En una variante metafísica el autor anglosajón John Cooper en su libro “Simbolismo, el lenguaje universal” dice:
“En el nivel metafísico, la Svástica se relaciona con el círculo y el cuadrado y se convierte en un símbolo de movimiento en sentido especial: el movimiento de la vida, es decir, de la acción del principio del mundo, que representa las fuerzas complementarias y las bases del movimiento centrífugo y centrípeto (hacia adentro y hacia afuera), aspirante y repelente, un movimiento que va del centro hacia la periferia y retorna al centro, al principio y al fluir.
Conclusión:
La Svástica es un símbolo de los del mundo que puede tanto encarnar al Universo, Padre y Madre, al Ying y Yang, a la energía universal que contiene al todo y a la nada, a la evolución y al mismo tiempo a los ciclos evolutivos.
Trabajo realizado por María Aguilera.
APARIGRAHA
Es el último de los cinco mandamientos de una de las ocho etapas progresivas del Yoga. Ésta es Yama, la etapa de las Abstinencias. Sus mandamientos apuntan a la transmutación de la naturaleza inferior del hombre.
Estos son:
Ahimsa: No violencia.
Satya: Verdad.
Asteya: No robar.
Brahmacharya: Continencia.
Aparigraha: No ser posesivo.
Aparigraha significa no ser posesivo (“A” = No, “Parigraha” = Atesorar, acaparar). Otro término hace referencia a la abstinencia de la avaricia.
No ser posesivo implica renunciar a la creencia de que la felicidad depende únicamente de aferrarnos a lo que poseemos, sean bienes materiales, objetos o personas. Querer retener a otras personas a nuestro lado por miedo a quedarnos solos también implica ejercer posesión.
Debemos limitar nuestras posesiones a lo fundamental.
Los celos y la envidia son evidentes manifestaciones de deseos de posesión de personas o de objetos.
Aparigraha también puede traducirse como “no apego”, que capta con mayor precisión la intención de dejar de lado los miedos y apegos asociados a tratar de proteger y conservar lo que tenemos o protegernos contra la pérdida. Todo sufrimiento es causado por una resistencia a la pérdida real o imaginaria.
“Cuando nos aferramos sufrimos”.
El cultivo de este mandamiento, por lo tanto, nos acerca a la facilidad de aceptar pérdidas o faltas de las que estamos expuestos en los continuos cambios de la vida.
Si en nuestra vida reducimos “Parigraha” y desarrollamos “Aparigraha” nos estaremos orientando más hacia nuestro interior. Cuanto menos tiempo gastemos en conservar nuestras posesiones materiales, más tiempo ganaremos en conocernos a nosotros mismos. De esta manera aprenderíamos a disfrutar lo que tenemos en lugar de estar en la búsqueda constante de cosas que no llegan a llenarnos el corazón y nos dejan constantemente insatisfechos y vacios.
Aparigraha nos enseña que la persona que busca la verdad debe ser humilde y la humildad va de la mano del desapego de los bienes materiales. La humildad nos conduce a la sinceridad y al conocimiento del cómo y el porqué de la existencia. La humildad nos abre el camino hacia la luz interna. Debemos “Ser” y no querer poseer; vivir plenamente “el aquí y el ahora”, dejar de recordar el pasado y no programar continuamente el futuro.
La práctica de Aparigraha implica la capacidad de encontrar la felicidad en nuestro interior, neutralizando el deseo de adquirir y acumular bienes, de poseer a nuestros seres queridos.
Por lo tanto la idea de no ser posesivo está ligada a la libertad y quien se abstenga de ser posesivo logrará la felicidad.
Debemos preguntarnos: “¿Cuál es el límite de lo que debemos poseer? ¿Para qué, para quién y por cuánto tiempo? La muerte llega antes de que hayamos tenido tiempo de empezar a considerar siquiera estas preguntas”.
Trabajo realizado por Milagros Sastre.
KARMA
De acuerdo con varias religiones dármicas, el karma sería una energía metafísica (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas. De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores. Es una creencia central en las doctrinas del budismo, el hinduismo, el yainismo, el ayyavazhi y el espiritismo.
El sustantivo sánscrito kárman significa “acción”. Proviene de la raíz kri: “hacer” (según el Unādi Sūtra 4.144). La letra n final de karman indica que es un sustantivo neutro.
Para analizar sus raíces habría que usar sólo el término kar-ma.
Aunque estas religiones expresan diferencias en el significado mismo de la palabra karma, tienen una base común de interpretación. Generalmente el karma se interpreta como una ley cósmica de retribución, o de causa y efecto.
Tanto para el hinduismo como para el budismo, el karma no implica solamente las acciones físicas, sino habría tres factores que generan reacciones:
Los actos
Las palabras
Los pensamientos
Tanto el budismo como el hinduismo creen que mediante la práctica de esas respectivas religiones, las personas pueden escapar del condicionamiento del karma y así liberarse de los cuatro sufrimientos (que se enumeran igual en ambas religiones):
Nacimiento
Enfermedad
Vejez
Muerte
Usualmente se asocia el karma con la reencarnación, ya que una sola vida humana no alcanzaría para experimentar todos los efectos de las acciones realizadas (“cobrar” todo el bien que se ha hecho o “pagar” todo el mal que se ha realizado en vida).
En religiones teístas (como el hinduismo o el cristianismo) existe el concepto de alma. Bajo el punto de vista del karma, la reencarnación sería la nueva encarnación del alma en un nuevo cuerpo físico, en tiempo futuro, en el útero de una nueva madre.
En el hinduismo, el concepto de alma individual, o jiva-atman, es una chispa del Espíritu Divino (atman) que todos tenemos, a diferencia del budismo, en que el objeto de la reencarnación corresponde a un registro de la mente. Se entiende que existe un estado de pureza y sabiduría original, latente pero dormido, en la vida de todos los seres humanos.
En el concepto oriental el ser humano olvida su naturaleza superior y se identifica erróneamente con el cuerpo en cada nuevo nacimiento.
La reencarnación —o transmigración de las almas— es el paso hacia la siguiente existencia física. El karma determina las condiciones bajo las cuales el individuo vuelve a la vida. Sin embargo, el estado de pureza y sabiduría latente sigue intacto y desarrollándose lenta y progresivamente vida tras vida, en una especie de evolución espiritual del alma/cuerpo astral a través de numerosos cuerpos físicos y personajes, un largo viaje desde nuestra naturaleza inferior o animal hasta nuestra naturaleza superior o divina.
Según los hindúes, el karma es una ley de acción y reacción: a cada acción cometida le corresponde una reacción igual y opuesta. El encargado de hacer cumplir esta ley sería el omnisciente dios invisible Iama Rash (el rey de la prohibición) y sus monstruosos sirvientes invisibles, los iama-dutas (mensajeros de Iama).
Después de que una persona abandona su cuerpo al momento de la muerte, los iamadutas le arrastrarían hasta la morada de Iamarásh, donde es juzgado duramente de acuerdo con las acciones, registradas una por una en el libro de la vida, que recita Chitra Gupta, el secretario de Iamarash.
El karma sería el “ojo por ojo y diente por diente bíblico”, pero no como invitación a nuestra venganza, sino aludiendo al castigo de las leyes divinas.
Para el hinduismo, el castigo de las malas acciones puede recibirse en este mismo planeta, además del infierno (en el concepto oriental no es eterno).
Igualmente, el premio por las buenas acciones puede recibirse en este mismo planeta, además del cielo (con diversos planos separados) al que va la mayoría, y que en el concepto oriental tampoco sería eterno, sino un periodo de descanso del alma tras cada vida física.
El karma sería la explicación filosófica que encontraron los orientales para entender por qué, si se supone que Dios es justo, a veces a las personas buenas les suceden cosas malas y a las personas malas les suceden cosas buenas. Cada uno estaría pagando acciones que no recuerda, porque las cometió en vidas pasadas.
Según el Vedānta sūtra las reacciones del karma no se reciben en esta misma vida.
Si el karma que tenemos acumulado es de muchas vidas, una sola vida no bastaría para pagarlo y recogerlo todo en una sola vida, sino que también se necesitarían varias.
Si el premio o castigo viniera automáticamente poco después (a los pocos meses, días, minutos) el karma sería evidente y no seríamos libres, o no tan libres. Por tanto castigos y premios pueden venir muchos años después o muchas vidas después, cuando las condiciones son propicias. Según el hinduismo, Dios es neutral, y ha dejado a los semidioses la ejecución de la ley del karma, con sus premios y sus castigos.
Trabajo realizado por Florencia Giambruni.
FILOSOFÍA COMO REFLEXIÓN SOBRE EL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA de Miguel Unamuno
Lo que nos está tratando de hacer entender Unamuno es que es el sentimiento y la razón definen al individuo, es una lucha constante entre lo que dice el corazón con lo que dice la cabeza, esto crea conflictos, basados en la duda, con los cuales tenemos que aprender a vivir, cada parte trata de tomar posiciones en el otro lado y ninguna puede ni solucionar, ni plantear el problema.
La vida en sí es una paradoja y la persona se contradice a sí mismo.
Para Unamuno solo vivimos de contradicciones y a causa de ellas, porque así podemos comprender o no el mundo y la vida. Estas contradicciones son propias del sentimiento y de la razón. Entonces podríamos decir que para él las contradicciones o los conflictos son como un método de reflexión.
Trabajo realizado por Florencia Giambruni.
La vida en sí es una paradoja y la persona se contradice a sí mismo.
Para Unamuno solo vivimos de contradicciones y a causa de ellas, porque así podemos comprender o no el mundo y la vida. Estas contradicciones son propias del sentimiento y de la razón. Entonces podríamos decir que para él las contradicciones o los conflictos son como un método de reflexión.
Trabajo realizado por Florencia Giambruni.